Querida dama, terruño amado y bendecido,
Escribir unas líneas para ti no será nunca del todo sencillo. Primero porque tu delicadeza y riqueza me juegan en contra… me dueles; tanto maltrato inmerecido del que a veces me siento partícipe, me hace al pensar en ti con un nudo en la garganta.
La verdad, querida y adorada tierra, es que suelo bromear diciendo que la culpa la tiene Colón, cuando nos bautizó como la tierra de gracia.
Y es que a veces, por tu belleza y tumbao tus habitantes -nacidos o no aquí-
parecen estar estancados en ese estado grácil en el cual fingen que nada pasa, que nada ocurre… y se dejan llevar
inercialmente hacia un relajo.