Mi reproductor de Spotify repite una y otra vez la canción Tiritando, de Donald. Hace días que apenas despierto empiezo a cantarla por dentro, sobre todo ese fragmento que dice: «Las olas y el viento y el frío y del mar, el frío de tu alma me hace tiritar».
Es un clásico que se utiliza en los noticieros argentinos para musicalizar todo lo que tiene que ver con la temporada de verano, quizás porque el viento, el frío y el mar resumen muy bien lo que queremos quienes, durante estos días de calor extremo, estamos de vacaciones al sur del continente.
Lo digo en serio: nunca sentí un calor así. En este momento la sensación térmica aquí en Entre Ríos, donde vivo, es de 40 grados. Si ahora mismo me dieran a elegir algún destino de mi país para pasar unos días, sin duda pediría Mar del Plata o cualquier ciudad de la costa, la que más cerca me quede. Estuve revisando y vi que, justo en Villa Gesell, en este momento hay solo 24 grados. ¡Quién pudiera!
Pero el verano no va solo de calor, sino también de turismo. Y el turismo se puede hacer donde uno quiera, o eso creo yo, que aunque vivo en una ciudad de apenas diez mil habitantes, trato siempre de recorrerla como si fuera la primera vez. Por eso hace una semana abrí
Un día en Urdinarrain, una cuenta de Instagram donde compartiré fotos que hago mientras recorro las calles de mi pueblo. La fotografía es una de las formas que he encontrado de viajar dentro de mi propia ciudad. Siento que si afinamos el ojo a nuestro alrededor encontramos siempre historias nuevas.
La otra es leer crónicas de viajes, que me encantan. Esta edición trae una selección de historias que me hicieron descubrir y recorrer distintas ciudades del interior de América Latina y el Caribe desde la -ahora asfixiante- comodidad de mi sofá.
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✍ Florencia Luján (
@flolujan), Coordinadora de
Interior Latam