Para no perder la costumbre, voy a comenzar repasando tres títulos concebidos para disfrutar en una sala de cine con una superficie de proyección gigantesca, un sistema de sonido potente y en medio de ese ambiente festivo que transforma lo que muchos denominan como “experiencia cinematográfica” en algo colectivo y único.
La primera de ellas acaba de estrenarse, y es
‘Jurassic World: Dominion’; el cierre de la trilogía iniciada por Colin Trevorrow en 2015 y que continuó J.A. Bayona en 2018 con su interesantísima
‘El reino caído’. Una producción ante la que no tenía la más mínima expectativa y que, sorprendentemente, se ha terminado convirtiendo en
mi secuela favorita de la franquicia —con permiso de la infravalorada ‘El mundo perdido’—.
Hace una larga temporada se rumoreó un crossover entre la saga ‘Jurassic’ y mi adorada ‘Fast & Furious’, y esta ‘Dominion’ es lo más parecido que vamos a poder llevarnos a la boca. Los niveles de locura y caos de sus set pieces son estratosféricos, la acción luce a las mil maravillas y no tiene ningún tipo de freno ni autocontrol; algo que muchos considerarán negativo, pero que a mí me ha brindado dos horas y media de pura diversión sin filtros.
Y, para rematar la jugada, todos mis miedos a otra explotación nostálgica rancia made in Hollywood han terminado siendo infundados, porque el largometraje funde perfectamente dos generaciones, devolviéndonos a los personajes de Sam Neill, Laura Dern y Jeff Goldblum con un mimo directamente a su peso en la trama y a su participación activa en ella. Así da gusto enfrentarse a una franquicia.