Pero volviendo al caso de Shopify, lo que le permite a una persona es hacer tres cosas.
1. Comenzar una empresa con un nombre, logo y una tienda online con su dominio propio.
2. Gestionar el negocio aceptando pagos y hacer el seguimiento de los pedidos.
3. Hacer crecer el negocio, con email marketing y campañas en Facebook.
De alguna manera, esta es la respuesta que la economía digital ofrece a todos aquellos críticos que dicen que lo mejor que tiene para ofrecer para los que no son dueños de una gran empresa de tecnología son “gigs”, trabajos independientes en plataformas como Uber, Rappi o Glovo.
La verdad es que las oportunidades que se ofrecen hoy son un continuo, que va desde las que pueden aprovechar los fundadores de startups, que suelen tener cierto grado de sofisticación, hasta las del emprendedor o trabajador con menos recursos.
Y en el medio de ese continuo aparecen los servicios de Business in a Box, estandarizando y facilitando todo lo necesario para crear una empresa, multiplicando el número de pequeños empresarios que salen al ruedo cada día.
Por supuesto, la contracara de esas oportunidades y de ese valor que se agrega para millones de emprendedores en todo el mundo, son las ganancias de las propias plataformas.
A Shopify tampoco le ha ido nada mal durante 2020.