Ahora estoy mucho mejor, pero la semana pasada la pasé bastante mal. Sumado al lógico vértigo de cambios y a la incertidumbre (personal, del país y del mundo todo), se agregó una ansiedad producida por querer consumir toda la información posible.
Ponerlo por escrito suena estúpido, pero en algún lugar de mi cerebro sentía que cuanto más supiera (cuántos muertos hay en cada provincia de cada país del mundo, cómo viene la curva en todos lados, qué medidas está tomando cada gobierno, ver cada anuncio nacional de cada presidente)… más ‘tranquilo’ iba a estar. Más ‘en control’. Desde ya que en la pandemia más grande de los últimos 100 años, no estoy en control. Hay que aceptar. En mi caso (y el de la mayoría que leen estas líneas), nuestro aporte es quedarnos en casa y aprovechar la cuarentena lo mejor que se pueda dada nuestras circunstancias personales.
Empecé a mejorar cuando dejé de informarme tanto en tiempo real. Desinstalé la aplicación de twitter del celular, bloqueé los medios del navegador, les pedí a mis amigos que no compartan nada del virus en los grupos de whatsapps donde esté.
Ahora, idealmente solo una vez por día (a veces fallo), consumo lo siguiente:
Ojalá puedas hacer como yo esta semana y lo estés viviendo sin tanta infoxicación. Esto va para largo, va a empeorar antes que mejorar, y tenemos que cuidar la cabeza.